Lou Ferrigno: la discapacidad que marcó su infancia, la maldición de Hulk y su accidentado encuentro con Martín Karadagian

Luego de ser prácticamente ignorado por la industria durante años, el actor que compuso al verde superhéroe a fines de los 70 regresó a los sets de la mano de The Offer y sueña con finalmente encontrar su lugar en Hollywood

La serie de Paramount+ The Offer, excelente recreación de los vaivenes en torno a la filmación de El Padrino, lo devolvió al centro de la escena. A los 70 años, Lou Ferrigno (N. de la R.: pronunciar como suena y no “Ferriño”) puso su metro noventa y ocho de altura, más otro tanto de ancho, al servicio del mafioso Lenny Montana, que en el film de Francis Ford Coppola interpretó al también mafioso Luca Brasi.

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A 45 años de la primera vez que se pintó de verde para convertirse en El Increíble Hulk de la tele, Ferrigno atravesó todos los estados: miedo, rechazo, popularidad extrema, encasillamiento y olvido. Todo sin, prácticamente, pronunciar palabra.

Cuando en 1977 firmó el contrato para ser el alter ego del doctor David Banner (Bill Bixby) -primereando a Arnold Schwarzenegger que también estaba atrás del papel-, Lou Ferrigno ya era un astro en lo suyo. Con 22 años fue el fisicoculturista más joven en ganar el título de Mr. Universo (lo conseguiría en dos ocasiones), también se había llevado el de Teenage Mr. América y Mr. América. Pero su imponente presencia escondía una historia de inseguridad y maltrato, que Lou arrastraba desde la infancia. “A los 12 años comencé a entrenar -contó en una entrevista televisiva-, era tímido, no hablaba mucho, así que pensé que siendo más fuerte podía tener más amigos. Quería ser fuerte, un superhéroe”. Su inseguridad había nacido a partir de haber perdido el 65 por ciento de la audición a los tres años, a raíz de una infección en los oídos. Desde ese momento comenzó a usar audífonos: “La mayoría de las personas no entendía qué era ese aparato. Ahí supe que la única persona que me iba a ayudar era yo mismo”.

Esta discapacidad también lo enfrentó con su padre, quien solía decirle que a raíz de ello era muy difícil que pudiera triunfar en la vida. “Necesitaba tener más confianza en mí mismo, así que un amigo me prestó unas pesas que tenía y empecé a usarlas todos los días. De a poco empecé a ganar musculatura, lo único que hacía era eso y leer historietas”. Entre ellas, lógicamente, se encontraban las de Hulk.

El desafío de la “H”

Ya convertido en un prodigio del culturismo, y confiado de que esa iba a ser su mejor carta de presentación, Lou Ferrigno se enteró que se preparaba una serie sobre su ídolo de los cómics, el gigante verde, y fue muy entusiasmado a la audición. Su principal rival fue Arnold Schwarzenegger, tres años mayor que él y con quien ya había “pica” de las competencias de fisicoculturismo, pero Lou se quedó con el rol. Y recién ahí, cuando las puertas del mundo del espectáculo se abrían para él, fue que se enteró de algo que no le convenció nada: “Todo había sido grandioso para mí, hasta que me dijeron que me tenían que pintar de verde. No me gustó nada la idea porque llevaba mucho tiempo todo ese proceso, más de tres horas entre las prótesis y la pintura, sin contar los retoques después de 12 horas de rodaje”. Tan mal no la debe haber pasado porque soportó gustoso este ritmo durante 82 episodios a lo largo de cinco temporadas.

El 12 de mayo de 1982 se emitió el último episodio de El Increíble Hulk, dejando a Lou Ferrigno a la deriva. Con una fama que ni él mismo entendía, pero encasillado en un rol que hasta ese momento había sido su vida: “No podía caminar por la calle en ningún lugar del mundo porque enseguida me reconocían”.

Tanta fama tuvo también su contracara. En octubre de 1981, estando en Egipto, el intérprete fue invitado por el presidente Anwar el-Sadat a un desfile pero a último momento el mandatario canceló su presencia, y por ende, la de Ferrigno. Unos días después, Anwar Sadat y 12 acompañantes fueron acribillados en un palco durante un evento público, la investigación posterior reveló que el plan original era matarlo en el evento previo, el que iba a compartir con Ferrigno a su lado.

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Aunque Ferrigno estaba convencido de que -tal vez por ósmosis- había aprendido de su amigo y compañero Bill Bixby todo lo necesario para ser algo más que un cuerpo bonito, la primera oferta que le llegó y aceptó fue la de transformarse en Hércules, otro de sus héroes favoritos de la infancia cuyo nombre también empezaba con “H”. Esta vez su colega Schwarzenegger le había ganado de mano, porque ya había interpretado el rol en Hércules en Nueva York (1970), aunque Ferrigno negaba esta versión para quedarse con las protagonizadas por Steve Reeves en los 50. Basada en ellas, con más diálogo y la misma inexpresividad de Hulk pero sin maquillaje, y con barba, el actor protagonizó Hércules (1983) y Las aventuras de Hércules (1985). El pobre recibimiento que tuvo este segundo film cercenó cualquier posibilidad de realizar otra secuela; Lou estaba otra vez en la lona, pero el personaje que lo hizo famoso estaba a punto de darle una revancha.
Hulk aprende a hablar

Luego de finalizada la serie de Hulk, Bill Bixby tampoco estaba para tirar manteca al techo. Sin embargo, el actor, productor y director era muy consciente del éxito que seguía teniendo en todas partes del mundo. Así que se hizo con los derechos para y llamó a su compañero Lou para volver al ruedo. Juntos filmaron tres películas para televisión: El regreso del Increíble Hulk (1988), El juicio al Increíble Hulk (1989) y La muerte del Increíble Hulk (1990). La idea era que fueran el punto de partida de una sexta temporada de la serie, proyecto que se truncó cuando a Bixby le diagnosticaron cáncer de próstata.

Poco antes de morir en 1993, el actor había terminado de aprobar los guiones de dos nuevos telefilms, The Rebirth of The Incredible Hulk -donde la criatura por fin hablaría, siguiendo la tónica de los cómics- y The Revenge of The Incredible Hulk, que contaría con la aparición de Iron Man a cargo de Tom Selleck. El concepto del “Hulk parlante”, más cercano al cómic, se retomaría a partir de ese momento para las futuras adaptaciones del personaje. “Bill era una gran persona para trabajar, también un gran director y productor. Lo recuerdo como alguien muy exigente, recuerdo alguna vez llegar tarde al set, y que me echara una mirada fulminante, parecía que se iba a transformar en Hulk. Fue mi mentor, aprendí mucho de él”, contó Ferrigno.
Ferrigno guardó la peluca de Hulk, y la volvió a usar en un par de comerciales que lo tuvieron como imagen. Hasta ahora, su último contacto recurrente con el personaje fue darle voz a la serie animada realizada entre 1996 y 1998. Luego lo volvió a hacer para la saga de The Avengers.

La anécdota resulta una curiosidad, ya que en el programa quienes se encargaron de los gruñidos fueron Ted Cassidy (Largo de Los locos Addams) en las dos primeras temporadas, y Charles Napier (El silencio de los inocentes) en las demás. Desde entonces, Ferrigno se dedicó a disfrutar de su fama, a entrenar a figuras como Mickey Rourke, Chuck Norris o Michael Jackson, y a pasear por diferentes lugares del mundo; entre ellos la Argentina, donde se enfrentó, nada menos, que a Martín Karadagian.
Un gigante con pies de barro

Aunque el recuerdo más cercano de Lou Ferrigno en Buenos Aires sea su frustrada participación en la edición 2000 de Fantabaires, el actor ya había estado en nuestro país en pleno éxito de la serie en dos ocasiones: en 1979 y en 1981 (ocasión en la que visitó Mar del Plata) siendo la primera, la más recordada por lo bizarra.
Entre el 6 y el 28 de octubre de 1979 se desarrolló en La Rural la Expo Pibe 79, y el Increíble Hulk fue la estrella invitada. Por entonces, el crédito local en cuestiones de lucha era Martín Karadagian, quien junto a Titanes en el ring, fue la otra gran atracción de la muestra.

En su libro El gran Martín, el periodista Daniel Roncoli consigna los recuerdos del armenio: “Él estaba de moda con el tema del Increíble Hulk. No me quise perder la ocasión: era culturista, un grandote, estaba en el pico de popularidad, así que lo quise desafiar. Lo habían traído como empresarios los periodistas (Fernando) Niembro y (Marcelo) Araujo, e hizo algunas demostraciones de fuerza. Lo sorprendí, el Zurdo D’Artagnan, lo empezó a cargar de metido y Ferrigno se enojó, así que aproveché la descortesía que había cometido para irme encima. No se prendió, no entendió bien, no me dio el gusto, no se atrevió a luchar. Me hubiera encantado luchar con él, me lo comía crudo”.

En las 24 horas que estuvo en Argentina, el norteamericano prefirió hacer algunas demostraciones de fuerza, romper utilería de telgopor y almorzar con Mirtha Legrand. Más acá en el tiempo, Paulina, la hija de Martín, también recordó aquel enfrentamiento fallido: “Lou Ferrigno vino a la Argentina. Una de las cosas que iba a hacer era luchar contra papá. Algo pasó que no lo quiso hacer, y terminaron poniendo algunos fierros sobre el ring para que muestre un mini entrenamiento. Para mí tuvo cuiqui”.

Las noticias más recientes en torno a su nombre tuvieron que ver con su salud. En 2018, por una reacción adversa a la vacuna contra la neumonía, el actor tuvo que ser internado, con el consiguiente susto para su familia, y especialmente para Carla Ferrigno, su compañera desde hace cuarenta años.

El año pasado, el actor comenzó a notar que estaba prácticamente sordo del oído derecho. Una serie de estudios reveló que el deterioro era progresivo. La solución fue un implante coclear, consistente en la colocación de un dispositivo electrónico que permite recuperar la audición a través de la estimulación de las terminales nerviosas.
Luego de su trabajo en The Offer, Lou Ferrigno continúa dispuesto a volver a ser un astro de la pantalla. No hay en el horizonte ningún proyecto promisorio pero quién sabe, el universo Marvel se expande tan rápido que no le cuesta nada darle un lugarcito a quien fue parte fundamental de su prehistoria.