Gustavo Santaolalla y la música de The Last of Us: cómo meter chacarera en una serie futurista

El argentino compuso la banda sonora del videojuego y de la serie del momento, usando un instrumento tradicional. «Estoy por hacer algo con Wos…», adelanta.
Entrevista a Gustavo Santaolalla, partícipe esencial de la serie de la que todos hablan.
Hace diez años, Gustavo Santaolalla era noticia porque incursionaba en la incipiente industria de los videojuegos como autor de la música de The Last of Us, juego de terror y acción apocalíptica que ahora HBO adaptó para la televisión. Hoy es partícipe esencial de la serie de la que todos hablan.
Fiel a esa esencia experimental que caracterizó su carrera desde Arco Iris, banda fundacional del rock argentino, el músico, compositor y productor de 71 años se probaba en un nuevo rol, ya consagrado como compositor audiovisual tras los Oscar por Secreto en la montaña (2005) y Babel (2006).
Aquel primer paso en el mundo gamer fue muy celebrado. El videojuego desarrollado por la compañía Naughty Dog para Sony PlayStation -uno de los más premiados de la historia- lanzó una parte dos en 2020, también musicalizada por Santaolalla. Era evidente que escribiría la partitura de la serie protagonizada por Pedro Pascal y Bella Ramsey.
En diálogo con Clarín, el fundador de Bajofondo y productor de Café Tacuba, Divididos, Bersuit y tantas bandas, cuenta cómo se involucró con el juego devenido en serie, habla de la influencia del ronroco en su carrera como compositor de bandas sonoras y de su entusiasmo con el trap y la música urbana argentina.
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“Estoy muy contento con todo lo que está ocurriendo con la serie. Es impresionante. Teníamos expectativa de que iba a andar bien, pero nunca sabés”, cuenta por Zoom desde Los Angeles, ciudad donde reside hace tiempo, luciendo una frondosa barba blanca.
“Cuando trabajás en algo así sabés que hay una historia con el tema. Pero cuando hay tanta promoción, pensás que puede haber un ‘backlash’ -reacción adversa- o algo que a los fans del juego no les cierre. Pero la verdad es que no: tanto la crítica como la gente ha abrazado la serie y es un fenómeno mundial”, dice con orgullo.
Santaolalla cuenta que después de ganar los premios de la Academia e instalarse como un compositor audiovisual en Hollywood (Making a Murderer, El Cid y Finch son algunos de sus últimos trabajos), tuvo varias ofertas para entrar al mercado de videojuegos.
“Me ofrecieron varias cosas después de los Oscars, pero yo soy muy picky (selectivo) para elegir en qué cosas me involucro. Y cuando lo conocí a Neil (Druckmann, cocreador del juego y de la serie) y me contó la historia, es lo que yo tenía en mente, conceptualmente. Después me enteré de que la gente lloraba jugando al juego, como en las películas, y eso reafirmó lo que había pensado”, argumenta.
La canción de la serie, que es la misma que la del juego, tiene un sonido familiar a chacarera, y fue grabada originalmente en ronroco, el instrumento predilecto en los últimos años, ése que lo define tanto en cine como en TV.
“Ahora hay versiones en banjo, en guitarra, en todo, pero yo lo escribí en ronroco y en los títulos de la serie aparece como la versión original”, avisa.
“Otra cosa fue meter el 6/8, digamos. Pero el timbre del instrumento estaba ya asimilado. Hoy cuando lo escuchás, también tiene alguna cosa del blues. Pero también es eso lo que buscaba: la combinación y la fusión”, explica sobre esa reminiscencia al género de Santiago del Estero.
-Como compositor audiovisual encontraste un sonido propio ligado a nuestro folclore. Pero es raro escucharlo en una serie de acción apocalíptica. ¿Cómo lograste incluirlo en «The Last of Us»?
-Con convicción. Porque si tenés una visión, tenés que tener la convicción para llevarla adelante. Uno de mis sueños de siempre, desde la época de Arco Iris, era introducir de distintas maneras el ritmo de 6/8, que para nosotros está muy claro en la chacarera. Y tengo montones de temas escritos con esa intención. Y algo muy groso de ese camino fue el descubrimiento del ronroco.
-¿Por qué?
-Porque yo siempre tocaba el charango. Y cuando descubrí el ronroco, se me abrió un universo. Es un instrumento que, si bien es de la familia del charango, es muy distinto. Tiene un sustain que el charango no tiene. El ronroco me dio la posibilidad de tocar finger picking, como se dice acá, que es tocar como arpegiado y permite tocar melodía y acompañamiento al mismo tiempo.
Aunque Santaolalla tenía grabaciones en ronroco que había acumulado durante 13 años, no se animaba a presentarlas al público. Hasta que conoció a Jaime Torres, la leyenda tucumana del charango.
“Cuando lo conocí, me hice muy amigo y él fue el que me empujó a hacerlo. Yo le expliqué que no tenía la técnica, y él me dijo que no existe ninguna regla, que le había encontrado el espíritu al instrumento. Así sale mi álbum Ronroco. Y ese álbum es el que me llevó a las películas, porque de ahí se interesó Michael Mann (El informante), de ahí se interesó Iñárritu (Babel) y ahí empecé con el cine. Ahí ya entró el timbre del ronroco.
La adaptación televisiva de The Last of Us estuvo a cargo de Craig Mazin, hacedor de la aclamada Chernobyl -también de HBO-, en colaboración con Neil Druckmann, creador del juego, quien confió en Santaolalla como compositor de la franquicia.
La serie lleva seis capítulos estrenados de un total de nueve (los domingos a las 23 en HBO Max y HBO). El primero marcó el debut más visto de una serie de HBO en la plataforma HBO Max en Latinoamérica, superando los lanzamientos de La casa del dragón y de Euphoria 2.
-¿Qué le aporta la música a la serie?
-La dupla de Neil Druckmann y Craig Mazin ha sido increíble. A mí me tocó hacer la música y siempre me gusta dar un textual de ellos que me parece muy lindo. Dicen «que la música forma parte del ADN de la serie», que es tan importante como Joel o como Ellie y que es parte de la genética de The Last of Us. Hubo que adaptar todo eso a otro ritmo, porque la narrativa de un programa es muy distinta a la del juego. Pero los personajes son los mismos. Y es siempre acerca de contar historias.
Siempre atento a las nuevas tendencias musicales, la banda de tango electrónico Bajofondo lanzó junto al trapero y freestyler argentino YSY A la canción Sonido nativo del río, una fusión de sonidos arrabaleros con hip hop, donde Santaolalla se anima a rapear.
-¿Cómo te llevás con el trap y toda la nueva movida urbana?
– Me llevo increíble. Con Bajofondo e Ysy A hicimos esa canción. Y la parte mía la escribí yo, la hice yo. Y recibir comentarios de los pibes que no saben quién soy y que pregunten: «¿quién es el chabón que está rapeando ahí?», es increíble. Y que tipos como Duki hablen de mi flow…
-¿Creés que es el nuevo rock, como dicen muchos?
-No me gustan ese tipo de afirmaciones. Pero sí ocupa un lugar que antes, en la Argentina, estaba ocupado por el rock, absolutamente. Hay un tema generacional. Nosotros teníamos 18, 19 años en esa base fundacional de Almendra, Manal, Vox Dei y Arco Iris, después de Lito (Nebbia).
Una de las cosas que yo siempre criticaba es que después de nosotros se generó una especie de gerontocracia en la Argentina, de grandes valores del rock. Cuando produje Divididos, Bersuit o Árbol, que los tuve desde chicos… Los Árbol en el primer disco ya tenían 30 años. Y de repente cuando salieron estos pibes que empezaron a llenar Luna Park, preguntaron «¿Quiénes son estos pibes?».
-¿Y qué te pasa a vos?
-Me encanta. Me encanta que haya surgido un movimiento de este tipo. Y de hecho, estoy en conexión con ellos, tengo una relación afectiva. Estoy ahí por hacer algo con Wos y lo celebro. Después, dentro de todo eso, también hay de todo. Hay alternativas que a mí me gustan y que tienen contenido y todo, y hay cosas que son más pasatistas, que también son útiles y sirven