Se operó 15 veces la cara para parecerse a Red Skull, el villano de Capitán América

Henry Rodríguez es venezolano y vive en Galicia, España. Transformó su rostro con una técnica llamada body modification. Cuánto gastó.

Red Skull, el archienemigo del Capitán América, camina por las calles de Ourense, en Galicia, España. Asombra a chicos y adolescentes, también provoca rechazos.

Su cara, alterada al extremo tras 15 intervenciones, es la consecuencia de una técnica llamada body modification, una vuelta de tuerca en el mundo de tatuajes y piercings.

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Henry Rodríguez es un venezolano de 34 años que desde hace unos días reside en Ourense, y que decidió ganarse la vida con esta particular metamorfosis: cambiarse la cara para parecerse a Red Skull (Cráneo Rojo), el archienemigo del Capitán América, según cuenta La Voz de Galicia.
Su historia para ser un protagonista de las historietas en la vida real caminando por la calle como cualquiera empezó a los 24 años.
«Siempre fui amante de los cómics y siempre me incliné por los villanos más que por los superhéroes. Surgió la idea de hacer una modificación corporal extrema y única y, cuando hicimos la amputación de la nariz, vimos el gran parecido con el personaje y aprovechamos y adoptamos su imagen», cuenta el hombre, que precisa que algunos cambios son al margen de Red Skull para conseguir, de ese modo, una estética propia.
Pasó por 15 intervenciones quirúrgicas, incluida la amputación de la nariz. También los lóbulos de las orejas han desaparecido, tiene implantes de silicona en la frente, las cejas y los pómulos. Los ojos, tatuados con una técnica especial, son completamente negros, culminando de ese modo un aspecto más que llamativo.

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La inversión total se aproxima a los 30.000 euros. «Esto es de lo que vivo. Mi cuerpo es mi uniforme, mi carta de trabajo. Tú no puedes llegar a un estudio de tattoo y ver a los trabajadores como si estuviesen en un banco», explica.
Henry se ganaba la vida como tatuador y para aparecer en convenciones de cómics y body modification. Ahora decidió quedarse en Ourense para trabajar en Bonshyo Tattoo, el estudio de tatuaje más antiguo de la ciudad.
«Me gusta más la receptividad de la gente de provincias. Es más calurosa. Siento que son más humanos y, si eres bueno en lo que haces, la gente va a donde estás», afirma..
«Las reacciones de la gente son las mismas en todas partes. Siempre hay dos bandos: los que les gusta y los que no les gusta. No somos una monedita de oro para simpatizarle a todo el mundo. Yo con esta estética me siento bien», dice el hombre que alteró su rostro para convertirlo en herramienta de trabajo.
Fuente: La Voz de Galicia